Opinión: ¿En dónde estamos ahora?


La situación de Venezuela está tan mal como nunca antes se ha visto. Y no me refiero desde el punto de vista económico sino desde el punto de vista moral y nacionalista. Cuando en 1989 estalló el Caracazo, la chispa fue el aumento de la gasolina. Este a su vez provocó un aumento del pasaje del transporte público. Pero el epicentro no fue en Caracas. Fue en Guarenas y Guatire, ciudades donde vivía el grueso de la clase trabajadora que diariamente viajaba a Caracas donde se ubicaba sus puestos de trabajos. El descontento por este aumento generó una serie de protestas locales que paralizaron, por un lado, al transporte principal de esa clase trabajadora: es decir, no hubo transporte desde esas ciudades hasta Caracas; y por otro lado se paralizó un sector importante del comercio e industria de la ciudad capital al no presentarse esa clase trabajadora.



En aquella época no existían los medios de comunicación instantáneos que tenemos hoy. La televisión era la que mandaba y sus programaciones estaban censuradas cuando comenzaron los disturbios. La principal fuente de información fueron las emisoras de radio locales. Otra fuente de información fue los radioaficionados que comunicaban por la Banda Ciudadana de 27 Mhz lo que sucedía. Y con todas esas limitaciones un pueblo enfurecido por las políticas económicas del llamado "Paquete de Pérez" se lanzó a las calles a protestar por la situación que sufría los venezolanos. Los saqueos y muertes fueron consecuencias obvias.

Sin embargo, esa cuasi rebelión civil tuvo causas un tanto peculiares si la observamos desde la óptica de la segunda década del siglo XXI. Podemos recordar que, una vez pasado el sopor del Caracazo, el país volvió a encausarse en un crecimiento, muy lento pero sostenido, de la economía al aumentar la inversión privada producto de unas políticas de reducción del Estado para dar paso un proceso de descentralización de la administración pública. Osea, que el país sí tuvo su momento de respuesta positiva después de ese fenómeno. Aunque los escándalos de corrupción siguieron igual, pero eso es harina de otro costal.

Lo que quiero dar a entender es que a pesar de esa crisis el país supo encontrar una salida poco traumática y dentro del marco de la Constitución. La sensación colectiva era de una confianza en el futuro cercano de que todo iba a mejorar... Muy diferente a la actual.

Una verdad innegable

Como dije al comienzo Venezuela ha llegado a un punto que ha puesto a pensar a todos sus habitantes sobre el futuro inmediato y mediato. Y me refiero al futuro de cada uno de ellos, porque la situación ha calado tan hondo que la primera pregunta es si quedarse en el país o irse de él. Es decir: me quedo a ver qué pasa o me largo porque esto no tiene remedio. Esa misma pregunta se la hace el partidario de este gobierno. Basta con ver foros, sitios web y comentarios de Youtube donde aparece el Comandante para darse cuenta que el "chavista" está consciente de que nuestra Patria no va bien y que si no se hace algo irá a peor. El agua llegó a un nivel que los diques no van a aguantar más y cuando revienten las consecuencias inmediatas serían caos y destrucción como nunca antes.

Es por eso que nuestra forma de ver las cosas debe dar un giro radical ya que es la herramienta indispensable que nos permitirá ver la causa fundamental de nuestra crisis. Pero el ser humano mira con los ojos físicos, pero vemos con el "ojo de la mente" que nos dice qué es esto y qué es lo otro. Así pues, debemos hacer una análisis serio, honesto y realista de qué es lo que pasa y si nuestras acciones lo afectan. En otras palabras: ¿soy culpable porque provoqué esto o porque lo permito? Esta "mea culpa" es necesaria e indispensable si en nuestros corazones queda todavía algo de amor por esta tierra que nos parió y crió. Estoy seguro que en los venezolanos consciente de la grave situación que nos afecta a todos está haciendo mella allí. Y la prueba de esto son los comentarios del pueblo perteneciente a ambos bandos que han llegado a una conclusión obvia que sería el factor que los uniría y la chispa que encienda el motor del cambio: la vaina está jodida pa' todo el mundo.


Un cambio

No crean que Venezuela deba vivir una era de cambios que dé forma a la salida de nuestra crisis. Los cambios ya han ocurrido, pero pocos se dieron cuenta... y lamentablemente no estuvieron en el poder.  A mis 43 años puedo decir que el cambio más fundamental ocurrido en el país se dio siendo un muchacho de 12 años poco antes del 18 de febrero de 1983: el famoso Viernes Negro, cuando el país salía de una era de estabilidad monetaria que duró cinco décadas. Un buen análisis de aquella época la pueden ver en un artículo de los periodistas Lisseth Boon y Carlos Subero del diario El Mundo aquí. Haciendo un paréntesis, es vergonsozo que un artículo tan sencillo en su redacción y tan revelador tenga unas 150 lecturas desde que fue publicado. Espero que después de hoy mucha más personas lo lea!

Cuando tienes la oportunidad de recibir información privilegiada que anuncia la catástrofe que viene y no haces algo para blindar al país de esta (o al menos hacer el escándalo), te convierte en parte de la crisis resultante. Es básicamente un delito por omisión. Viendo el artículo uno no puede sentir menos que estupor al saber cómo esos espectadores de la época veían el desastre acercándose. ¿Y qué hicieron? ¿Un escándalo? Lejos de eso! El Viernes Negro y la Crisis resultante se convirtió en todo (análisis, chistes, sketchs de Radio Rochela, parodias, enriquecimiento ilícito, hambre, anécdotas y un largo etcétera) menos en el punto de partida del cambio que necesitaba el país. Cambio que todavía estamos esperando. Privó más el egoísmo y la figura pública ostentosa que la razón y la concertación sincera para corregir.


Déjà vu

Algo ocurre hoy en día. El acercamiento de las elecciones del 8 de diciembre hace que todo el mundo se suba al carro de la propaganda, análisis, chistes, parodias, enriquecimiento ilícito, anécdotas y un largo etcétera que no tiene como objetivo dar el cambio necesario. Por el contrario, da la impresión que se desea que se profundice la crisis para aprovecharse de la misma. Igual que en 1983. Abundaban los problemólogos pero ningún solucionólogo. Las voces que pedimos el cambio son objetos de improperios, insultos y humillaciones, porque la vía para lograrlo no es del agrado de los buitres que la cuidan que el desastre se consolide.

La vía del cambio no es fácil. Por un lado implica movilización, acuerdo, tenacidad y perseverancia. Por otro lado implica confrontación, no con los partidarios honestos y humildes del régimen sino, con aquellos que viven de la desgracia del país. Estos son los poderosos que pertenecen a ambos bandos y son los que se repartirán las alcaldías el 8 de diciembre.

Así como el Viernes Negro se comenzaron a repartir los dólares y tomar medidas que resultaron desastrosas para la población en general, así este 8 de diciembre se repartirán espacios de poder locales para financiar partidos políticos y las medidas subsiguientes serán igual de desastrosas.

Si se logra el objetivo de la Sublevación Cívica Organizada y Sostenida antes de esa fecha, los cambios necesarios que requiere Venezuela estarán a la vuelta de la esquina. Si se hace después, será tomado como un Golpe, porque el régimen ya estaría legitimado por el CNE que a su vez legitimó esas elecciones locales dando una mayoría de triunfos a la oposición. Así, esta oposición ganadora de grandes espacios políticos se volvería un frente a favor del régimen que le dio la ayudita y daría la espalda al pueblo que confió en ellos. Este escenario no es una teoría, sino un plan que será realidad en unas cuantas semanas.

Así que la situación no está para irse o quedarse a ver qué pasa. Hay que actuar. Hay que convocar. Hay que hablar. Hay que correr la voz. La Sublevación Cívica Organizada y Sostenida es la única salida que tenemos para lograr el cambio que el país requiere. Olvídense de aquellos que dicen que esto tiene salida electoral. Olvídense de aquellos que dicen que nuestra voces son del chavismo para crear abstención. Olvídense de aquellos que son tan ciegos y cuyo argumento es despotricar y decir que somos unos desconocidos y que no vivimos aquí.

Yo recuerdo que en 1997-98 hubo mucha gente desconocida que salió en televisión advirtiendo lo que se avecinaba. Los mismos medios de comunicación no les daban espacio para sus denuncias y advertencias. Todos ellos junto a instituciones, partidos políticos, empresarios, sindicatos, religiones y un largo etcétera se burlaban de los que, con sus propios medios, nos advertían del peligro.

Y no les hicimos caso y he aquí las consecuencias. Algo igual está ocurriendo en la actualidad. De nosotros depende si haremos caso a las advertencias.

#BOICOTal8D
#SublevaciónCívicaOrganizada



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